domingo, 24 de abril de 2016

Modificación actividad 2


Durante este bloque hemos visto en clase distintas adaptaciones de cuentos para niños. Cabe destacar que a veces una adaptación, no significa que se tengan que omitir elementos del cuento esencial, si no quizá contar la historia de una manera distinta.

En esta segunda actividad, me gustaría explicar y por supuesto justificar por qué es tan importante adaptar cualquier tipo de narración que vayamos a exponer en el aula. Revisarla antes y adecuarla para la edad de los niños del aula en concreto.

Adaptar un cuento, creo que es beneficioso para el niño por la manera en la que se le transmite el cuento, será mucho más comprensible, más dinámico y más divertido para ellos. Aun así, el poder escuchar una narración oral no solo es satisfactorio para un alumno de infantil

El cuento que hoy voy adaptar se trata de un cuento folclórico, es decir que normalmente se transmite oralmente. Este cuento se titula el hombre con la piel de oso.

 Es de los hermanos Grimm, dos hermanos Alemanes conocidos por sus cuentos para niños, leyendas alemanas, cuentos de infancia y del hogar (1812-1815), además también son reconocidos como fundadores de la filología alemana.

Sigo en todo momento el tema principal del cuento intentando no cambiar los elementos más importantes. Por lo tanto, la estructura de introducción, nudo y desenlace sigue siendo el mismo.

En cuanto a los cambios que he hecho, he decidido quitar el tema de la religión del cuento, puesto que hoy en día el tema está bastante actualizado. En el aula nos podemos encontrar  con distintas situaciones de religión en los niños. Sin embargo, el personaje se mantiene. El demonio en este cuento folclórico es el conejito de la suerte.

En cuanto a la duración de este cuento, he simplificado algunas partes del cuento que no considero tan importante, como por ejemplo describir muchas de las experiencias que vive a lo largo de los 7 años. Considero que en ocasiones es difícil también tener atentos a una clase durante mucho tiempo. Pero el tiempo de la narración del cuento me parece adecuado para 4-5 años. Esta duración y los momentos de importancia son flexibles es decir, podemos meter más o menos detalles dependiendo de las situaciones que se den en el aula en ese momento.

Los personajes de mi historia serán:

-Protagonista: Rodrigo

- Duende: Conejito de la suerte

- Padre de las chicas : Agustín

- Hijas: Ania, Marieta y Daniela (La más pequeña)



El hombre de la piel de oso

Había una vez hace muchísimo tiempo en un pueblecito en lo alto de las montañas donde vivía un joven llamado Rodrigo. La familia de Rodrigo era muy muy pobre. Tan pobre que Rodrigo, que era el hermano pequeño de los tres de la familia, llevaba muchos días sin conseguir cazar ningún animalito, ni grande ni pequeño, en el oscuro bosque, así que pasaba hambre casi todos los días.

Rodrigo entonces un día pensó en bajar a la gran ciudad a buscar un trabajo de provecho para poder comprar comida y ropa. Buscó y buscó durante varios días en toda la ciudad, en los mercados, en las cuadras, en los establos, en carpinterías de la ciudad, limpiando zapatos etc. El pobre Rodrigo, cansado de buscar y de no encontrar nada, volvió a casa. Al volver a casa, Rodrigo preguntó a sus hermanos mayores si había trabajo para él en el pequeño negocio de la familia. Los hermanos enfadados y gruñones, respondieron que no, que de ninguna manera tendrá trabajo con ellos.

El joven Rodrigo, triste tras su fracaso buscando algún trabajo en la ciudad y por el olvido de sus hermanos mayores, se sentó frente al río y allí llorando, se quedó dormido.

 Cuando despertó, de pronto encontró a su lado un pequeño conejo blanco con los ojos tremendamente grandes y rojos. El muchacho mientras le observaba fijamente suspiró fuerte y dijo:

-Ay conejito, seguro que hasta tú serás más feliz que yo...

Para su gran sorpresa el pequeño conejo, muy serio, casi con cara de enfadado contestó y le dijo:

 -Podrías ser más feliz si me dejas ayudarte. Rodrigo puso los ojos como platos y asintió con la cabeza. El conejito entonces le explicó: - Verás joven, soy un conejito de la suerte, y tengo la misión de hacer felices a las personas tristes concediéndoles 2 deseos.

El joven nada más terminar la última palabra de la frase, respondió al conejito de la suerte:

-¡Perfecto!, Quiero un montón de dinero, tanto que quiero ser el hombre más rico del mundo, lo segundo quiero encontrar una preciosa mujer que se case conmigo y seamos felices para toda la vida.

- ¡Para! –Gritó el pequeño conejito. No pienses que conseguir estos deseos va a ser tan sencillo. Tienes que conseguir unos retos para poder tener todas esas riquezas que quieres.  Y si no los consigues, algo terrible te ocurrirá.

Rodrigo, le miró con la ceja fruncida y pensó que el conejito le estaba mintiendo. Así que le dijo:

-Está bien, pero antes de comenzar los retos, quiero que me demuestres que eres mágico de verdad y que podrás hacer mis deseos realidad, porque, ¿Y sí consigo los retos y luego no cumples mis deseos?

El conejito apenas se sorprendió y le dijo: - Está bien, tienes razón. Haremos lo siguiente: Ya que cazas tan bien, por lo que he escuchado, quiero que caces un oso, el oso más grande del bosque, y me traigas aquí su suave piel.

A Rodrigo le pareció algo muy fácil y enseguida aceptó. Se puso entonces en marcha adentrándose en el oscuro bosque en busca del oso más grande. Estuvo en el bosque 2 días enteros buscando al oso, hasta que por fin consiguió cazar el oso. Volvió al rio donde conoció al conejito de la suerte y le entregó la piel.

El conejito sorprendido, aún no estaba contento con ello, convirtió la piel de oso en un enorme abrigo y le pidió que se la pusiera. Rodrigo le preguntó que para que quiere que lleve el abrigo puesto.

El conejito le respondió que el reto va a consistir en que esté durante 7 largos años andando por el bosque con el abrigo puesto, sin poder ducharse ni asearse. Y además con la dificultad de que no podrá dormir en el mismo sitio dos noches seguidas. Pero además el conejito le explicó que habría algo bueno en todo este trato, y es que el abrigo, además de sucio era mágico y tenía el poder de dar todo el dinero que quisiera en cualquier momento. Cada vez que Rodrigo metiese las manos en sus bolsillos, obtendría el dinero que desee.

Rodrigo entonces se puso en marcha. Comenzó su andanza en un pequeño pueblo donde habitaban pocas personas. El pueblo le acogió de maravilla aquel día, y Rodrigo con su abrigo pudo ayudar a muchas personas de aquel pueblo.

Pasaron uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis años, cuando los años avanzaron y avanzaron   Rodrigo comenzó a tener muy mal aspecto, olía muy muy mal, pues llevaba ya muchos muchos días vagando por las ciudades y los pueblos sin poder ducharse ni limpiarse, y lo peor, con su abrigo de piel de oso encima. Aun así Rodrigo se hizo muy famoso alrededor de los pueblos cercanos por llevar un abrigo mágico que da todas las monedas que él quiera.

Una noche, el joven ya cansado de andar y andar se resguardó en un gran granero rojo en mitad del campo. Allí conoció a un pobre hombre llamado Agustín. Rodrigo ayudó a Agustín, dándole todo el dinero que necesitaba. El pobre Agustín desesperado por agradecérselo al joven invito a Rodrigo a su casa, a pasar la noche con y con su familia. El joven aceptó, pero le explicó que solo podría quedarse una noche.

Cuando llegaron a la casa, Agustín le dio alimentos y cobijo. Agustín vivía con sus tres hijas: Ania, Marieta, y la más pequeña, Daniela.



 - ¡Qué peste, madre mía! – dijeron las dos hermanas mayores entre murmullos. Sin embargo, Daniela, la hija más dulce y educada, se acercó y saludo a Rodrigo amablemente. A l joven, la pequeña Daniela le pareció un encanto de muchacha.

Durante esa noche, las dos hermanas mayores trataron con desprecio y no hablaban nada con Rodrigo. Daniela, al contrario que sus hermanas, habló durante toda la cena con aquel joven sucio y maloliente. Le pareció tan agradable hablar con el que estuvieron toda la noche despiertos hablando. Esa misma noche los dos jóvenes se comenzaron a enamorar.

Esa misma mañana Rodrigo tenía que marcharse, pero pensó en que sólo quedaba un año para finalizar el trato con el conejito de la suerte, así que prometió a la pequeña Daniela que iba a volver, sano y salvo. Daniela no se lo terminó de creer y el joven Rodrigo como muestra de su amor, cortó un trocito de su abrigo de piel de oso y se lo entregó a Daniela. Le dijo: - Si cuando vuelva dentro de un año sigues guardando este pedazo de mi abrigo, entonces todavía sabré que querrás casarte conmigo.

Y así fue, después de un largo año, Rodrigo volvió a la orilla de aquel rio donde conoció al conejito de la suerte. Y de nuevo apareció. El conejito se quedó muy sorprendido por lo valiente que había sido Rodrigo durante esos 7 largos años. El conejito no se lo pensó y le devolvió su aspecto de hace 7 años.

Muy agradecido al conejito, Rodrigo volvió a casa de Agustín y sus hijas para cumplir su promesa y volver a ver a su amada Daniela. Cuando llego y llamó a la puerta, abrieron las dos hermanas mayores. Alucinadas, tras verle transformado completamente, corrieron a llamar a la pequeña Daniela. Daniela bajo corriendo las escaleras de la casa con el trozo de abrigo de piel de oso apretado entre las manos.

No se lo podía creer, allí estaba Rodrigo después de un año, igual de encantador, pero ahora limpio y perfecto. Tras Rodrigo cumplir su promesa y Daniela esperarle y creer en él, decidieron casarse por todo lo alto y celebrarlo con las dos familias. Fueron felices para siempre.

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